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Mi adiós a un gran amigo: Miguel Blanco Lobato

● José Cruz Cabo ►Miércoles, 19 de septiembre de 2012 a las 8:29 Comentarios desactivados


José Cruz Cabo

Miguel Blanco Lobato era quinto mío y desde niños tuvimos amistad, por lo que ya entonces jugábamos juntos muchas veces. Aunque en los años cuarenta comenzamos a trabajar, él con su padre, el Señor Avelino el Herrero, que además era tratante y Miguel se hizo muy pronto especialista en esto de comprar y vender animales, por lo que iba por las ferias, entonces había en muchos pueblos y ciudades, vendiendo y comprando animales, que luego se cambiaban en otras ferias, incluidos los sábados en nuestra ciudad, y en las tres ferias anuales que entonces se celebraban aquí en la Plaza del Ganado, hoy donde están enclavados el Instituto Ornia y el Colegio San José de Calasanz.

Cuando nos tocó tallarnos, en el año 51, para ir a la mili, nos tallamos juntos, desfilamos haciento la instrucción por las calles céntricas de la ciudad, tuvimos la cena del sábado y la comida del domingo, después de tallarnos juntos, y siempre hubo una amistad entrañable, no solo con él, sino con toda su familia. Además su hermano Pepe Blanco, que fue compañero de aventuras periodísticas, tanto en “El Adelanto”, como en Radio Astorga, hizo que me uniera más a la misma. También su hermano Tello y su cuñada Transito, que fueron padrinos de mi hija fallecida a los nueve meses, nos hizo estrechar más esa amistad con toda la familia Blanco. Luego su hermana Maruja se casó con otro quinto nuestro, Víctor, al que se unirá ahora, y entre las fiestas que celebrabamos los quintos, a los que acudía con su esposa Marina Marqués, hija del último maestro, de grata memoria, que tuve yo en la Escuela Villa, Don Santiago Marqués, nos unía mas todavía.

Siempre fue Miguel un hombre amable, simpático, como buen tratante, muy abierto y generoso y por ello nuestra amistad nunca tuvo altibajos, siempre nos tratamos con afecto y alegría cuando nos encontrábamos, unas veces solo y otras con nuestras esposas. Fueron muchas las vivencias que reunimos en nuestra vida y muchos años de relación cordial y sin sombras. Hace un mes nos encontramos en el Centro de Salud, Miguel estaba acompañado con su esposa Marina y, como siempre nos saludamos, y preguntamos por los achaques que produce la edad, pero los encontré bien, por eso mi sorpresa, al ver la esquela este martes me dejó perplejo y asombrado, pero parece ser que su paso por la vida, ya estaba agotado, y se nos fue rápidamente y en silencio.

En estos momentos de dolor, me uno a sus esposa Marina, a sus tres hijos, a todos sus hermanos y hermanos políticos, y espero que nos esté esperando en el más allá para seguir nuestra amistad el día que nos toque viajar a la eternidad. Amigo y quinto Miguel, te añoraré mientras viva, por eso ahora solo quiero apoyar a tu familia en el sentimiento y que tu recuerdo me siga uniendo a ella.

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