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Ni en política ni en los exámenes se permite copiar, aunque sea fácil

● A. Cordero ►Martes, 4 de junio de 2013 a las 10:37 Comentarios desactivados


No sé si es vergüenza ajena o la sensación de que he sido estafada, pero algo siento; tal vez ganas de volver atrás en el tiempo o salir a la calle con un altavoz a proclamar a los cuatro vientos lo que opino de todos esos comediantes que se presentan ante el público con la cabeza bien alta, después de haber puesto nombre y apellidos a lo que -previo cambio de firma- escribieron otros de su puño y letra.

Me parece indignante la última ocurrencia de quienes pretenden cambiar el rumbo de la política municipal, ya que en su afán por demostrar al electorado y a las altas esferas lo mucho que trabajan, han incurrido en un delito que los que escribimos -tanto de forma altruista, como los escritores y poetas que viven de ello- nunca podremos perdonar, aunque no haya quien los juzgue por cometer un delito de plagio o -por si no saben detrás de lo que andan- violación de los derechos de autor.

Además de una tomadura de pelo al Pleno, a la prensa, a los votantes, a la ciudadanía, a los afiliados y simpatizantes de su partido y a todos los ciudadanos que dicen representar, han ofendido a los grupos municipales de otros partidos en otras ciudades de donde -descaradamente- han copiado y utilizado su trabajo para exponerlo -por los cauces legales- en otro ayuntamiento y firmarlo como propio. No sólo es plagio cuando se copia un libro, hay muchas más formas de incurrir en este delito.

Si ya lo he dicho yo en repetidas ocasiones: “internet es una casa sin puertas”. Hay quien se piensa que se puede llegar y coger lo que se necesite, pero no, no todo lo que está en la red es de todos, aunque sea gratis y no tenga guardián que lo custodie; afortunadamente, para los que tenemos en la red una parte de nuestro trabajo, expuesta a vulgares rateros de textos que utilizan la nocturnidad para cometer sus delitos, están las leyes que nos protegen y tarde o temprano todos caen, hasta los listos. Sólo es cuestión de tiempo.

Lo malo no sólo es la multa, que la hay. En los pueblos y ciudades pequeñas el problema de tal insensatez es cuando se comenta en los círculos pequeños y tertulias callejeras y hay que seguir manteniendo la cabeza erguida, porque después de esta demostración todos pensamos que es esa su única forma de trabajar. Para el plagiador o apropiador de textos ajenos -que aunque sea la primera vez, es igualmente delito- lo malo es verse de repente con el culo al aire y pretender en lo sucesivo gozar de una credibilidad que está demasiado marcada.

Y antes de se repitan las críticas en los lugares más variopintos, quiero terminar haciendo una alusión al oficio del maestro, ahora que se acaba el curso escolar hay que puntuar el trabajo realizado. Si un alumno copia en un examen, ¿el profesor hace la vista gorda y le pone una buena nota o le echa una bronca y le pone un cero? Pues eso, señores míos, es lo que se merecen quienes han copiado descaradamente: el rapapolvo de la ciudadanía y un buen cero a su gestión. (La cuantía de las multas no soy yo quien la decide).

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