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Ni fallos meteorológicos, ni brujas, ni adivinos; este tiempo está loco

● A. Cordero ►Domingo, 31 de marzo de 2013 a las 9:30 Comentarios desactivados


A raíz de mi artículo publicado en la última edición de la revista Pasión Nazarena, han sido muchas las menciones que he tenido con amigos y conocidos sobre el recurrente tema de la lluvia y, de forma indirecta ha sido la lluvia y las alusiones a la misma los que me han proporcionado el tema de esta columna, por si viene al caso. En el citado texto –para quienes no hayan tenido ocasión de leerlo- hablo sobre el tema de la lluvia que ya parece ser un clásico de la Semana Santa. Las tres últimas han estado pasadas por agua y -a lo largo de ésta- nos ha demostrado que es juguetona y le gusta “llevar la voz cantante”.

Días antes de dar comienzo a la Semana Santa mientras charlaba con Luis Santos -siempre en plan de guasa-, me comentó algo acerca de mi “fijación” con la lluvia, ya que no era el de este año el único artículo de Pasión Nazarena en el que mencionaba “el terror de las procesiones”. La conversación avanzó por distintos derroteros -siempre relacionados con la lluvia y las adivinaciones- hasta que llegamos a la época en la que las brujas -o sospechosas de serlo- eran detenidas y quemadas en la plaza pública; algo muy común en mujeres con un estilo parecido al mío y con dotes -que, más quisiera yo tener- de adivinación.

Rápidamente vi en sus ojos un brillo sospechoso y a ambos nos asaltó una risa malévola. El caso es que sin mediar palabra uno supo lo que pensaba el otro. -Ah, no, no- dije yo: para mí no mires. –No, no, dijo Luis- antes que tú deberían pasar muchos y muchas por la hoguera, así que tú tranquila, mientras que seguíamos riéndonos por la ocurrencia de no se sabe quién de los dos. Yo me quedé con la coletilla y, en otros ambientes, no pude evitar contarlo para hacer una gracia, mientras que decía “que me van a echar a mí las culpas de la lluvia”.

Días después, no he dejado de tenerlo en mi mente, como posible candidato a mi próxima columna -por variar un poco y no hacer un resumen de la Semana Santa así, a palo seco- o diciendo lo bonitas que están las imágenes adornadas con las flores, o que las túnicas son demasiado cortas, o los looks de… no, eso no. Eso ya lo digo todos los años y si de algo me gusta pecar, es de innovadora y no ser repetitiva; este año me apetecía enfocar mi artículo semanasantero de otra forma y la tengo gracias a mi conversación con Luis.

Pero ahora, después de cotejar datos de la tele, del tiempo por horas, de lo que decían por ahí y -lo más importante- de mirar continuamente al cielo, he llegado a la conclusión de que no solo no tienen nada que ver mis “predicciones”, sino que las de los expertos también han sido lo suficientemente erróneas para que los días que predecían lluvias, saliera la procesión sin problema y los días que aseguraban que no llovía, llegaran los braceros corriendo a la capilla. En fin, que me cuesta mucho creer que los avanzados sistemas meteorológicos fallen, mucho más que sea cosa de brujas o adivinos -eso era el recurso fácil para el chiste-; la realidad va a ser que el tiempo está loco.

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