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Perros educados y muchos dueños sin ninguna educación

● A. Cordero ►Martes, 1 de diciembre de 2015 a las 9:00 Comentarios desactivados


No tengo perro ni demasiada intención de hacerme con uno la verdad, pero si lo tuviera, lo llevaría a uno de esos centros de adiestramiento canino que hacen de un perro vulgar un ejemplar digno de admiración, en cuanto a modales se refiere y –como ya habrán adivinado la intención de mi columna– muy por encima del saber estar y educación de muchos dueños. Estoy segura de que muchos perros podrían darle unas cuantas lecciones de urbanidad a sus propios dueños.

Sin gustarme los perros, ayer estuve en la plaza Mayor viendo toda la demostración que me sirvió para valorar el trabajo de los educadores y la inteligencia de los canes. Me sorprendió cómo obedecen las órdenes, cómo son capaces de detener a un maltratador, delincuente o traficante en apenas unos segundos o cuidar las pertenencias de una persona entretenida. Sin duda pondría a mi perro en manos de estos profesionales para aprender a distinguir a las personas. Y también me sirvió como inspiración para esta columna.

Antes de que se me echen encima todos esos dueños ejemplares que, afortunadamente para el resto de ciudadanos son muchos, diré que mi sarcasmo en esta ocasión está dirigido a los guarros que dejan sembradas las calles de mierdecillas de perro y que desoyen las leyes registradas en las ordenanzas municipales: esos párrafos que hacen referencia a la recogida de excrementos de las mascotas (si alguno no sabe que existen igual debería enterarse por lo que afecta al bolsillo. Si, ya me entienden, donde dice eso de los 300 a 3.000 euros).

Pero pensé en las calles que transito habitualmente –también por donde paseo por las noches–, que tengo que ir más pendiente de dónde pongo los pies que de las personas que me saludan, de lo que dice mi acompañante o de los coches que –hipotéticamente– puedan atropellarme. Y terminé acordándome de la bendita ordenanza… y de lo marranos que son los dueños de los perros ¡ojo, que no los perros!… y que los podían poner en el salón de su casa a hacer sus necesidades, y de lo bien que vendría ese dinero a las arcas municipales… para habilitar un lugar para ello que –si no recuerdo mal– se prometía en varios programas electorales antes de ir a votar…

Y de repente recordé a nuestro querido Polo Fuertes, que hace apenas dos años pedía un concejal de ‘Mierda de Perro’; una semana después de hacer públicas sus reflexiones (y sus cabreos con los dueños de los inocentes canes) en ‘El patio de mi casa’, desde el consistorio se ponían a la labor de redactar las citadas ordenanzas y multar a todo aquel que no recogiera los excrementos de los perritos y pensé: qué poco duró la recomendación de Polo y esas olvidadas ordenanzas. Seguro que a él también le gustaría ver realizada esa ‘zona de esparcimiento’ para poder pasear tranquilo por las calles, pero no, no hay tal.

Mientras observaba las proezas caninas mi instinto calculador empezó a sumar y a imaginar lo que se podría hacer con todo el dinero recaudado a razón de 300 y 300 y 300… y lamenté que no fuera lunes para recordarle a la policía (ante la inexistencia del citado concejal) que hace mucho tiempo que no sacan la libreta porque –a mi modo de entender– esto va a ser lo único que entienden esos desaprensivos sujetos. Por eso, como dijo Sabina: “escribí esta canción…” y la titulé “dueños guarros”, pero en fino.

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