Hoy, en un programa de televisión, a pesar de lo que está cayendo, salían varias empresas españolas que habían nacido en plena crisis y, a pesar de ella, estaban creciendo y obteniendo muy buenos resultados. Los directores de estas empresas coincidían en su mentalidad creativa ante las demandas de la sociedad actual. Todas ellas habían crecido en personal y ese personal fue seleccionado por su capacidad de resolver situaciones nuevas con una mentalidad diferente y con soluciones sorprendentes. Una de estas empresas, por ejemplo, ha desarrollado un sistema de luces verdes en los parkings que indican las plazas libres. El sistema, de patente y fabricación española, se está implantando en toda Europa.
La empresa española debe adaptarse a estas nuevas premisas de prestar servicios nuevos o transformar los que lleva ofreciendo, desde hace muchos años, a la demanda de la sociedad clásica de siempre y a una nueva sociedad cambiante, nómada, políglota, que se mueve en busca de trabajo, que utiliza nuevas tecnologías y que ha cambiado de hábitos por necesidad.
Todas las personas con la agilidad mental suficiente para analizar y entender las nuevas situaciones, con flexibilidad para aumentar y reducir producciones según demanda y con ese puntito de creatividad, podrán sobrevivir en este complicado panorama a donde nos han llevado los grandes chamanes del dinero y la política, que no se han dado cuenta que no se pueden matar las gallinas de los huevos de oro. Ahora ya no hay marcha atrás porque hemos quemado las naves, solo nos queda caminar hacia adelante viendo nacer la hierba.
Hay mucha gente que parece que no va con ellos, otros se están adaptando. También hay muchos jóvenes preparados que lo están haciendo. Se desplazan en bandadas hacia donde hay más posibilidades de trabajo. También muchas empresas creativas que ofrecen sus productos renovados y van a buscar los mercados. Esta mentalidad tiene que llegar también a los sectores más anquilosados, comenzando por la política y siguiendo por las administraciones públicas. Se acabaron las vacas gordas donde todo valía, Ahora solo vale lo que vale, lo que está en el precio, lo que se puede pagar y, para eso, hemos de aprovechar los recursos en infraestructura y humanos de la mejor manera posible. Valorando las cosas en su justa medida, aplicando la filosofía de aquella madre de familia que administraba el sueldo, transformaba la ropa de sus hijos, reinventaba bocadillos distintos cada día con los pocos productos a su alcance y ahorraba un poco por lo que pudiera venir.
Va a ser difícil acabar con los pelotazos, siempre va a haber alguien que se aproveche de lo común, de lo de todos, en su propio beneficio. Vamos a intentar salir de ésta, pero debemos estar preparados. Nadie nos puede asegurar que detrás de esta crisis no venga otra crisis.