Melancólica imagen de la Azucarera de La Bañeza realizada por Víctor Cañueto (Ketos) y titulada 'Sugar Smoke'.
Charo Martínez Domínguez
Los que nacimos y crecimos en La Bañeza tenemos esta imagen incrustada en nuestras retinas. Cuando yo era pequeña había muchos que no tenían reloj de pulsera. Teníamos despertadores grandes y ruidosos que te impedían dormir con su tic-tac machacón. Pero las buenas gentes del Polvorín, el barrio que me vio nacer, éramos unos privilegiados.
Me explico, sabíamos la hora por la sirena silbante de la azucarera que marcaba con precisión nuestro horario de cada día.
La densa humareda de vapor fue durante nuestra infancia una especie de telón de fondo para el escenario de nuestras incipientes vidas. Una excusa para mirar las nubes que se empeñaban en ocultarse tras la enorme bocanada de humo. Humo que tenía infinitos tonos de grises. Desde el blanco más puro hasta el gris oscuro, casi negro.
Nuestro escenario favorito para contemplar el espectáculo cromático era la pasarela. Yo decía que iba a ver el “humo de azúcar” porque para mí era la única forma de describirlo. No entendía lo que era eso de “molturar” ni de los grados que daba cada año la remolacha. Era un misterio que de aquellos tubérculos tan poco agraciados saliera un azúcar blanco como la nieve.
Pero lo más característico era el olor que inundaba nuestras calles y plazas. El olor dulzón de la pulpa que impedía apreciar otros matices olfativos. Empezaba la campaña. Largas filas de tractores hacían cola para entregar la remolacha de toda la contorna. Había trabajo. Se sentía la alegría.
“Hasta Navidad ni frío ni hambre” decía la castañera mientras ofrecía cucuruchos de papel de periódico con su rica mercancía que calentaba nuestras manos chiquitinas.
Había trabajo. Había alegría. No sé lo que nos durará la fábrica, ahora en manos extranjeras. El olor de la pulpa, la sirena, el humo de azúcar….Recuerdos de la infancia que vuelven cada año por estas fechas.
El autor de esta foto es un joven bañezano nacido en Paris. Los bañezanos podemos nacer donde nos dé la gana (no nos damos importancia). Gracias Víctor Cañueto por esta imagen a la que has titulado Sugar Smoke. ¡Qué coincidencia!
