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Un cuento de Navidad

● Ibañeza.es ►Lunes, 24 de diciembre de 2012 a las 14:57 Comentarios desactivados


-Ya han llegado las dos primeras figuras, ¿puedo comenzar la labor de triturado manual?

-Sí, sí, proceda, Gutiérrez, comience con uno de esos mazos que han llegado hoy. Mire a ver que tal van.

Gutiérrez coloca las dos figuras de pequeño tamaño en una especie aparato de moler como aquellos de piedra que se utilizaban para triturar el cacao o las almendras, pero éste era de acero. El operario levanta el mazo dispuesto a comenzar un trabajo que les había sido adjudicado a la empresa en la que trabajaba. El mazo cae sobre las pequeñas esculturas dejándolas trituradas con dos o tres golpes.

-Estas son de escayola. Ya sabéis que hay que separar los materiales. Pensad que vendrán figuras grandes y pequeñas de yeso, escayola, piedra o resinas sintéticas. Una vez trituradas, el polvo resultante hay que volcarlo en el montón correspondiente.

Así transcurría el primer día en aquella planta de Transformación y Reconversión de Materiales de Todo Tipo. TRMTT que había sido la adjudicataria de la contrata en toda España para la destrucción de una gran partida de figuras de diversos materiales que habían sido retiradas de sus ubicaciones. Llegaban en camiones y eran descargadas por los operarios. Había figuras hasta de tamaño natural, algunas fundidas en bronce, que tendrían que destruirse en la nave de fundición.

Los mazos manejados sabiamente por los operarios, reducían a polvo las figuras pequeñas, hasta los 50 cms. de longitud, a partir de esa medida, pasaban a una prensa inspirada en el martillo pilón de Compludo, que descargaba golpes que hacían temblar el suelo de la moderna planta de trituración.

Durante días llegaron cientos de camiones que esperaban su turno para descargar el material y también había una gran cola de personas que acudían a pie, para entregar sus figuras ya inservibles. En esta cola estaba un padre y su hijo de cinco años que, a regañadientes, había entregado a su padre las pequeñas figuritas.

-No te preocupes Juanito, ya no harán falta, ya lo has oído en la tele. No serán necesarias.

-Ya papá, pero yo no las quiero entregar. Me las regaló el abuelo y me gustan mucho.

-Los que traigan figuras pequeñas que pasen para el mazo de la izquierda- voceó un encargado de la planta trituradora-. Juanito y su padre llegaron a la altura del operario que recogía las figuras y las colocaba en el yunque de acero para que otro operario, con golpe certero, las redujera a polvo. El padre de Juanito las entregó mientras charlaba con los dos operarios a los que conocía. El niño observaba la escena contemplando sus dos figuras sobre el yunque esperando su trágico destino. Sin pensarlo un momento, metió su pequeña mano y cogió las dos figuras segundos antes de que el operario descargará sobre ellas el golpe certero, las metió en su pequeño bolsillo y se alejó corriendo.

-Juanito, espera, ¿Dónde irá este niño?

Juanito llegó a casa y sacó con mimo las dos figuritas de su bolsillo y las colocó en su pequeño Belén. La mula y el buey volvían a estar al lado del Niño para darle calor con su aliento en las noches frías del invierno leonés. Desde la ventana contemplaba los camiones llenos de figuritas que esperaban a la entrada de la Planta de Transformación y Reconversiones de Materiales de Todo Tipo para descargar las figuras recogidas en toda España.

-Juanito, vamos para la cama, te has quedado dormido junto al Belén.

Juanito despertó sobresaltado pero se tranquilizó al contemplar su Nacimiento con la mula y el buey colocados en su sitio, miró por la ventana de su habitación y observó como los camiones esperaban para entregar la remolacha en la azucarera. Todo había sido un mal sueño.

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