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Un último alegato en defensa del Partido Judicial

● IBAÑEZA.ES ►Sábado, 2 de junio de 2012 a las 20:54 Comentarios desactivados


José María Fernández Ares*

Enfrascado vivía yo en mis recreos pueriles cuando se erigió, allá a las afueras de La Bañeza, un inmenso edificio gris de mortero y argamasa que no pasaba inadvertido para cualquier ágil mancebo y que al parecer se llamada Juzgado. Agudo engorro el explicarme a mí, más familiarizado con el verbo ‘botar’ que con cualquier otra acepción de nuestro vocablo lo que significaba y sobre todo qué funcionalidad práctica tenía el citado edificio con nombre extraño y con pobladores de capa larga en su interior. Lo que menos pensaba yo que algún día ocuparía un lapso de mi vida en escribir, más inútil que provechosamente, en defensa de este peculiar edificio cuyo significado desconocía y la gente no me sabía explicar.

Hoy nuestro órgano judicial más básico, con sus salas de instancia e instrucción, se apresura casi impulsado a desfilar por caja en busca de firmar su jubilación anticipada. Un retiro que no es ni dorado ni venturoso, sino más bien todo lo contrario. La absorción de los Partidos Judiciales por León y Ponferrada parapeta al mundo rural al furgón de cola del progreso y al más afligido aburrimiento a unas ciudades que pierden sus audiencias judiciales. El informe del Consejo General del Poder Judicial de establecer unas nuevas demarcaciones prolongará la agonía de un medio rural que necesita ser competente y sentirse útil para no convertirse en un enfermo terminal sin cura.

Territorio árido el del medio para suprimir unos tribunales que ejercían una labor sustancial como es la prestación de la justicia y que, más allá de ser un potencial elemento dinamizador de la actividad laboral de una ciudad, se exhibían como un servicio próximo a los ciudadanos. Los posibles criterios de rigor y eficiencia que plantea el órgano colegial no han de ser ni creo que sean igualables a los ahora mismo ejercitados, pues estos caminan inseparablemente unidos a los de proximidad y cercanía. La organización de la justicia no debe plantear dudas respecto al dónde cuando lo establecido funcionaba bien, dentro de sus lógicas deficiencias, en el marco en el cual se encontraba. Pese a ello, la decisión aún está en el tejado del Parlamento que es quien debe decidir. Y yo que no sabía para lo que servía un Juzgado. Si lo sé no pregunto.

*José María Fernández Ares es estudiante de Derecho y autor del libro ‘Ecos de una votación’, publicación centrada en las elecciones municipales de 1979 en La Bañeza, editado por Monte Riego.

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