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Una anécdota curiosa del obispo Don Marcelo

● José Cruz Cabo ►Domingo, 27 de marzo de 2016 a las 9:35 Comentarios desactivados


José Cruz Cabo

Recordando cosas curiosas que me sucedieron a mí o me contaron, a lo largo de los años, no puedo por menos de recordar, al que durante seis años fue Obispo de Astorga y luego nombrado arzobispo de Barcelona.

Don Marcelo González Martín, llegó a la diocesis asturicense sin meter mucho ruido, pero poco a poco se fue imponiendo su gran oratoria, era capaz de tenernos dos horas de pie escuchándole y no sentir el paso del tiempo ni el cansancio, dada su maravillosa forma de hablar. Decía el abogado bañezano Laureano Alonso Díez-Canseco, en aquellos años sesenta del siglo pasado, “que si D. Marcelo hubiera sido político se llevaba a la gente de calle, dada su brillante oratoria”

Mi tio Rafael Cabo, Mario Núñez y Conrado Blanco, al poco tiempo de estar en la diócesis, comentaron que “Este obispo nos dura poco en Astorga” y efectivamente solo estuvo unos seis años y el Papa de entonces lo nombró arzobispo de Barcelona.

Durante los años que estuvo en Astorga hizo estudiar a todos los sacerdotes de la diócesis y los examinó a todos, y fue el que hizo parroquia a la iglesia de Santa María, nombrando a D. Francisco Viloria Morán párroco de Santa María. Hizo las casas del obispo en la zona de Lepanto, en una parcela que regaló al obispado Doña Pepita Fernández. Se puso en marcha la emisora con las campañas de Navidad, que el donó el anillo de obispo para que se subastara.

Al ser nombrado Arzobispo de Barcelona, con todos los políticos catalanes en contra, el día que tomó posesión de su cargo de arzobispo, allí estaban Rafael Cabo, Conrado Blanco y Mario Núñez, éste moviéndose por donde quería y al final del acto, ya en la sacristia, comentó Don Marcelo: “Yo veía a uno moverse por la zona del altar y decía si parece Mario y efectivamente ahora veo que era Mario, junto con Rafael y Conrado.

Una vez Don Marcelo ya estaba instalado en Barcelona, se celebró una feria de confitería en la capital catalana y allí acudió con sus dulces la confitería de Imperiales Alonso, y la que estaba encargada de dicho stand, era Julina Alonso, la hermana de Carlos y coincidió que Don Marcelo fue a dicha feria y vió el stand de La Bañeza y fue a saludar a Julina, después de los saludos, Julina le preguntó que tal se sentía en Barcelona y el comentario de Don Marcelo fue “Si pudiera volver para la diócesis de Astorga no lo pensaba, marchaba ahora mismo. La extraño mucho por los dias inolvidables que pasé en dicho obispado”.

Julina me lo contó un dia y no se me ha borrado de la memoria. Pocos años más tarde le nombraron arzobispo de Toledo y Primado España y allí terminó sus dias, siempre al servicio de los humildes y los necesitados. Era un ser tan noble y tan pendiente de los necesitados que en cualquier sitio donde estuviera siempre estaba buscando la forma de ayudar y de idear cosas para mejorar la vida de los menos pudientes.

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