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Vale, que a lo mejor lo merecemos, bueno

● Polo Fuertes ►Lunes, 26 de julio de 2010 a las 20:38 Comentarios desactivados


Dice la letra de la inolvidable canción de Alejandro Sanz ‘No es lo mismo’, algo parecido a esto: “Vale, que a lo mejor me lo merezco, / bueno, pero mi voz no te la vendo, / puerta y lo que opinen de nosotros / léeme los labios yo no estoy en venta”. Con toda seguridad que nos merecemos, que nos merecíamos, ya hace casi 40 años una escuela de hostelería, una escuela de cocina, una escuela de turismo que nos quitaron allá por la década de los años 70 del pasado siglo. Aquel parador, aquel albergue de turismo, donde hoy se alza el hotel Bedunia, con la escuela de turismo, se había convertido en una muestra de buen hacer en cocina y hostelería, del que salieron profesionales que han paseado el nombre de La Bañeza con sus exquisitos platos y menús, con sus gestiones y servicios. Pues bien, aquel albergue de turismo hoy lo ha heredado la vieja casa de los camineros, para volver a empezar a enseñar a manejar sartenes y cacerolas, vajillas y cuberterías o el trato y buen servir a nuevos profesionales, después que el gobierno dictatorial de entonces, nos lo ‘expropiara’ sin explicaciones. Vale, que a lo mejor lo merecemos, bueno. El último día del año 1978, el albergue de turismo de La Bañeza cerraba sus puertas definitivamente, después del último decretazo de un ministro de Obras Públicas benaventano, que llevó las instalaciones para el parador de turismo de su tierra. La lucha había sido encarnizada. Viajes a León y a Madrid de comisiones municipales, comerciantes y gentes de influencia de entonces no valieron para hacer desistir a este ministro, de cuyo nombre no quiero ni acordarme. O una especie de huelga informativa en la que un grupo de chalados paramos a los viajeros de la carretera Nacional VI, donde se ubicaba el edificio, para dar cuenta a los viajeros de que nos quitaban el parador, el albergue, a la vez que entregábamos un clavel a las féminas y un cigarro a los señores. Pero nadie supo nada. Nadie quiso saber nada. Un somero inventario realizado por personal del Ayuntamiento en 1980 ha sido la única documentación existente, así como los primeros pasos para iniciar la reversión de todo el complejo turístico. La niebla había caído sobre el albergue de turismo. Después, la falta de vigilancia y la rapiña hicieron que se desvalijara todo el complejo, a la vez que diversas entidades de carácter social y cultural repartieron los muebles y utillajes que aún quedaban, camino de una ruina irreversible entre malezas de hierbas en el exterior y la desolación en las instalaciones interiores. Mientras que gentes extrañas y desahuciadas entraban y salían, tras calentar, a la luz de una vela, en una cuchara herrumbrosa, la droga que fabricaba despojos humanos. Hace una docena de años, un nostálgico de aquellos alumnos del viejo albergue de turismo, cargado de méritos y medallas del buen cocinar, Paco Rubio, recaló en La Bañeza, con una idea preconcebida de crear una nueva escuela de hostelería, mientras procedía a enseñar al que no sabía, sus maneras cocineras, en el coqueto restaurante que abrió en la calle Astorga. Sin embargo, la incomprensión municipal y la nula ayuda de otras instituciones le hicieron desistir, una vez que cumplía la edad de jubilación. Hoy parece que todas aquellas y estas aspiraciones empiezan a tener un camino, viéndose a lo lejos la luz de la salida de un túnel de 40 años, tras el despojo institucional. Habrá que volver a empezar de la mano de la escuela taller de La Bañeza. Porque como decía Alejandro Sanz, vale, que a lo mejor lo merecemos, bueno… O casi.

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