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Visita al Cementerio

● IBAÑEZA.ES ►Miércoles, 3 de noviembre de 2010 a las 8:22 Comentarios desactivados


Visita obligada al cementerio el día 1 de noviembre, los demás días del año la visita es libre. Hoy las flores apenas dejan ver el mármol de las lápidas. Colocamos nuestras flores en el panteón familiar donde yacen los que me dieron la vida, la que ahora ellos no tienen. Ya son solo mármol y energía. Me doy cuenta que me la trasmiten cuando me acerco. Seguimos haciendo la ronda de visitas a las tumbas de familiares y amigos. Este año hay que añadir una tumba nueva al recorrido, la de mi compañera, colaboradora y amiga Ana Casas, informarle que se le echa en falta y que pronto comenzaremos a recopilar todas sus fotos en un libro para Alejandro, un libro como los que a ella le gustaban.

Es bonito el cementerio bañezano. Juan Bautista Lázaro, el gran arquitecto que acabó la restauración en estilo de la Catedral de León en 1885, hizo un precioso proyecto para la pujante ciudad de La Bañeza. Era hijo del ilustre bañezano José Benito Lázaro que fue el primer decano del colegio de Abogados de León. Quizás eso influyó en la decisión de realizar el proyecto del Cementerio de La Bañeza, aunque luego no dirigió la obra. Me gusta la pequeña capilla de planta centralizada en la que convergen el camino principal y el perpendicular a éste, todo cerrado por cipreses. También Lázaro realizó el proyecto del cementerio de Ávila. Le gustaba todo lo dedicado a sanear las ciudades.  Aplaudo que no apostara por el nicho y en La Bañeza siga enterrándose en la tierra. El nicho me parece una cárcel. La sepultura te libera a la tierra.

Todas las civilizaciones desde que el mundo es mundo han enterrado o incinerado a su muertos. Hay una idea que bulle en mi cabeza desde hace mucho tiempo, incluso tengo hechos algunos dibujos: una escultura-cenotafio para albergar los nombres, incluso las cenizas, de las personas incineradas que quieran que su nombre no se olvide y que esté en el cementerio con el resto de los nombres que figuran en las lápidas. Una escultura que iría creciendo a medida que fuera necesaria la incorporación de nuevos nombres y nuevas urnas. Me parece que nuestro bello cementerio es un buen espacio para el recuerdo de los que ya no están con nosotros y también pueden estar, de alguna manera, los que han optado por la incineración. Sus nombres y sus cenizas puede recordarlos en nuestro Cementerio.  Ya los romanos repetían, todos los años, en cada familia, los nombres de los fallecidos y guardaban en un armario las máscaras funerarias y los retratos sabiendo que así mantendrían vivo su recuerdo.

Al salir del cementerio, la vendedora de oleas ofrece su producto  y ya, abajo, en la ciudad de los vivos, los escaparates de las confiterías incitan al consumo de buñuelos y huesos de santo, manjares que aparecen por estas fechas y que, como un canto de sirenas, es muy difícil no sucumbir a sus encantos. Las confiterías bañezanas se reinventan cada estación para ofrecernos los dulces de temporada que hacen de sus productos auténticas obras de arte, efímeras y sabrosas.

La bajada del cementerio, me sume en un estado de melancolía. Me pasa cada año. Tomamos algo antes de ir a comer. Pienso otra vez en nuestro bello camposanto y me vienen a la mente algunos cementerios famosos que conozco. En todos, en el nuestro también, cuando los visitamos en esos días soleados con poca gente, notamos la energía sobre los mármoles y panteones, esa energía de la que emergen los cipreses. Ese lustre que tienen las viejas tumbas de piedra con pequeñas esculturas. En el bolso llevo un libro de poemas de Juan Carlos Mestre, “La Tumba de Keats”.  Seguramente lo escogí hoy intencionadamente de mi biblioteca al salir de casa. Todo el libro es un poema continuo con la magia del escritor berciano. Leo el último párrafo mientras me acuerdo de mis padres ….. de mi primo Manolín un enamorado de la radio …. de mi amigo Manolo “el Negro”, el de La Charra….de José Carlos el arquitecto que más sabía de cine… en fin, hoy al citar sus nombres siento su energía. Volvamos al poema:

“….todo se traiciona, todo lo que se ama alguna vez se pierde,
adiós estrella negra del pianista, adiós prisa de la tierra,
la alcoba está vacía, en vano la hipótesis del cisne junto a la carne muerta,
en vano ya la brizna, la nube en vano, el mapa de los vientos:
Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en el agua.”

Cementerio de La Bañeza.

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