Más de una ocasión y veinte y treinta empecé los años bailando hasta el amanecer. Una forma como otra cualquiera, si se tiene en cuenta que en las sociedades recreativas bañezanas, el baile de fin y principio de año era de ‘reglamento’. Por ello, tras la cena de colación, si se terciaba la cosa, las uvas se comían en la Plaza Mayor bañezana y, después, con las vestimentas de mejores galas, enfilabas al salón de la Sociedad Recreativa Bañezana, en los altos del café Royal y, si eras un poco mayor, a los salones del Círculo Mercantil Bañezano.
Han pasado de esto muchos años. La familia ha aumentado y el guateque lleva ya años que, por mi parte, se celebra en casa (unas veces en la propia y otras en las de los hijos, desperdigados por el centro y el suroeste de la península), viendo bailar a mis nietas (tiernas criaturas de diez, siete, cinco y cinco y tres años) en el salón de casa, una vez retiradas las mesas del centro y a los sones de la música de cualquier emisora de televisión.
Antes, el rito de las doce uvas es imparable, así como los primeros besos al concluir las campanadas de la Puerta del Sol de Madrid. Después, los teléfonos (los fijos y los móviles) comienzan a sonar para decir y escuchar el sonsonete del próspero año nuevo de tus amigos y familiares menos cercanos.
Sí señor. Próspero, que falta nos hace. Pero a ver si en este 2011 podemos prosperar de una vez, después de tres años de recesión económica y de congelación de pensiones. Mecagüenlaaaa. Pero tengamos la fiesta en paz, oye. Que hoy es año viejo y el que viene puede que lo pase a limpio, con correcciones y aumentos. Tengamos la fiesta en paz. Quien pueda comerse uvas (joder, qué caras se han puesto en estos días), que las coma. Y el que no, que eche mano de un bote o una bolsa de aceitunas, que para salvar el bache también valen.
Que a nuestros políticos locales (de los provinciales, regionales y nacionales es mejor no decir ni pío) tomen nota de la inocentada de Kike Java en La Bañeza (una más de sus carnavaladas). No vaya a ser que surja otro Kike Java de verdad y los ponga firmes, aunque sean disfrazados de Lola Flores.
Prosperidad pues para el PSOE de Palazuelo que cada cuatro años sabe lo que es currar durante cinco meses, hasta que se abran las urnas en el mes de mayo. Próspero año nuevo para el PP que sigue huérfano de candidato (ni el día de los Inocentes se atrevieron a sacar uno/a de la manga). Próspero año también para el resto de candidaturas (las que hay), aunque alguna esté descabezada por un tránsfuga, amigo Pérez Villar. Esto en lo tocante a lo político.
Vamos a ver si tenemos suerte de prosperar algo en lo tocante al inicio de la construcción del circuito permanente de velocidad (me acuso padre de no creer a los políticos); de concluir las obras del tramo de la vieja carretera nacional VI a su paso por La Bañeza, más que nada, para que los coches, camiones, motos y bicicletas no tengan que andar sorteando sus innumerables baches; De a ver si de una vez por todas se inician las obras de remodelación de los cauces de los ríos Duerna y Tuerto a su paso por La Bañeza; de a ver si se terminan de una vez los eternos trabajos de restauración del teatro Municipal: de…, así podría seguir y seguir toda la columna.
Estos son deseos y propósitos. No dejar de fumar o ponerse a régimen para adelgazar, coño. Pero tanto unos como los otros, a los quince días (o antes) se habrán olvidado.
Pero sobre todo (no, no señor, no voy a decir nada del tío Zapa, que bastante tendrá para él cuando salga su recuadro en los libros de historia), mi mayor deseo de prosperidad ha de ser un tren de salud para todos, seguido de que empiece a funcionar la máquina de los empleos para que las listas del paro comiencen a bajar de verdad. Aunque para ello se tenga que inmolar en su definitiva dimisión nuestro paisano, el flete de la Moncloa. Joder, que rato.
